En medio de las festividades y los agasajos quizás sean pocos los que recuerden que el día del trabajador fuera instituido en homenaje a los “Mártires de Chicago”, un grupo simbolizado en 8 obreros que sufrieron la cárcel y la horca por ser parte de una huelga que, en 1886, pedía la jornada laboral de 8 horas en los Estados Unidos.
La referencia es importante porque, con distintas modalidades y discursos, el debate de los derechos del trabajador se sigue sosteniendo en un modelo en el cual primero se desconocen o se niegan las demandas laborales, luego se cuestionan los mecanismos del reclamo (paro, huelga, piquete, movilización, etc.) en nombre del “dialogo y el consenso”, para terminar reprimiendo (descuentos, suspensiones, lock outs, desalojos violentos, despidos, etc.) en nombre de la “paz social”.
Tanto en 1886 como en nuestros días siempre es más fácil cuestionar el accionar de los trabajadores y sus entidades sindicales que la conducta de los empleadores renuentes a cumplir con la ley o consensuar nuevos esquemas laborales.
Muchas veces vemos como se instala la “imagen de los sindicatos” o de los “sindicalistas”: parodiados como burócratas, poco transparentes o vinculados a las peores prácticas políticas. Pero de manera paralela los trabajadores siguen militando en las organizaciones gremiales y siguen depositando su confianza en los dirigentes que creen que mejor los representan.
Cabe preguntarnos entonces ¿desde dónde se instala esa imagen? Sin dudas mucho tiene que ver el poder de los medios de comunicación, siempre más proclives a mostrar la protesta que es consecuencia del reclamo que la causa que le da origen. Que no haya clases es tapa, que los maestros cobren poco no. Un dirigente sindical investigado o sometido a un proceso judicial es noticia, miles que trabajan día a día sin problemas no.
Esta situación llega a puntos paradojales cuando muchas veces los compañeros de prensa tienen problemas o directamente no pueden cubrir los conflictos gremiales que tienen con los medios para los que trabajan. Si no fuera por el accionar de su sindicato y la solidaridad de compañeros de otros medios sería casi imposible que las cosas tomen estado público.
¿Es todo culpa de los medios? Seguramente no. Mucho menos de los compañeros que trabajan en ellos. Si nos quejamos de que muchas veces se magnifican hechos negativos (denuncias, peleas, hechos violentos, etc.) que suceden en algún sindicato o con algún dirigente lo primero que debemos reconocer es que esos hechos existen y no benefician al accionar gremial.
Seguramente la acción sindical puede mejorar y, como a lo largo de la historia el Movimiento Obrero Organizado, irá mutando en sus prácticas de manera de optimizarlas volviéndolas más efectivas a los intereses de los trabajadores. Es innegable que los intereses de las patronales no responden a los intereses obreros, sino a una lógica empresarial en la mayoría de los casos tributaria de una ideología tendiente a mutar hacia los sectores reaccionarios del pensamiento liberal.
¿A quién conviene tener sindicatos desvalorizados o cuestionados? A los trabajadores NO. Sí a los que defienden los intereses del Capital concentrado donde se optimizan ganancias y condiciones de trabajo a costa de los asalariados. El principio es claro: mientras más débil sea la representación de esos trabajadores, mayores serán los beneficios patronales.
Es por eso que la demonización de los sindicatos y el accionar sindical no es algo inocente o descuidado: es una clara desvalorización a la lucha de los trabajadores por más y mejores conquistas, porque las mismas implican la pérdida de privilegios patronales a favor de los trabajadores. Justicia social y crecimiento con inclusión son valores que repugnan al neoliberalismo y sus doctrinas derivadas.
Por eso en este 1° de Mayo tenemos que recuperar el espíritu de los “Mártires del Chicago” rindiendo homenaje al trabajador, sus luchas y conquistas. A sus organizaciones sindicales y a los que dieron la libertad, la salud o la vida por el interés común. A los que consagran su tarea al activismo gremial en la fábrica, las escuelas, las oficinas, el banco, el frigorífico, la repartición pública o cualquier ámbito de militancia y no siempre es reconocido en su abnegada tarea. Al compañero que se afilia al sindicato y la obra social bancando el sostenimiento solidario del interés colectivo. A los que aguantan huelgas y otras medidas de fuerza soportando aprietes o presiones. En definitiva a todos los que de una u otra manera abrazan la idea de que la solución de los problemas colectivos pasa por la unidad de clase y la lucha común. A todos los que creen que la suerte de los trabajadores está vinculada a la lucha colectiva y no a la salida individual.
El 1° de Mayo no es el día “Del Trabajo” o “El Trabajador” despojado de ideología y circunstancias.
El 1° de Mayo es el día en que los trabajadores reivindican su militancia sindical, la lucha por el bien común y la defensa de la solidaridad como principio. Donde recordamos a los caídos y levantamos sus banderas para decir: Sigamos adelante que juntos podemos.
Por nuestras reivindicaciones, nuestros ideales y por el encuentro con los que tienen la convicción de que si los trabajadores están mejor, el país está mejor… FELIZ DÍA Y GRACIAS POR LA LUCHA CONSTANTE!
Martín Lucero
Secretario General
SADOP ROSARIO